martes, 21 de diciembre de 2010

Gummo (1997)















Director Harmony Korine
Guión Harmony Korine 
Reparto Nick Sutton, Chloe Sevigny, Lara Tosh
Música Eyehategod, Sleep, Brujería, Burzum, Destroy All Monsters
Pais Estados Unidos

El director y fotógrafo Larry Clark debió ver algo fascinante en aquel skater que conoció en el Square Park de Washington, o quizá debió ver algo de sí mismo intentando luchar por contar una historia que no cabía en la industria de Hollywood, en aquel chico. Fuera cual fuera el motivo, debió ser algo importante, una historia. Aquel chico tenía una idea que mereció ser llevada a la pantalla a la pantalla por Clark. Aquel chico se llamaba Harmony Korine y aquella idea suya se materializó en el film Kids. Instantáneamente la película levantó una enorme polémica (el protagonista es un joven de unos 15 años cuya afición favorita es desvirgar niñas de 12, además de tener el SIDA) y se consagró Korine como guionista maldito, una suerte de Arthur Rimbaud adaptado a los nuevos tiempos. Pero se ve que no tuvo suficiente con aquella sacudida de cimientos, y entonces llegó Gummo, su primer proyecto como director. Si ya bien Kids desató la polémica por estar protagonizada por actores menores de edad en situaciones comprometidas, Gummo multiplica eso a la enésima potencia, presentando situaciones mucho mas comprometidas que aquella. Estos hechos le merecieron la clasificación R en Estados Unidos, destinada a películas pornográficas o cintas extremadamente violentas, lo que complicó su distribución.

Un pueblo de Ohio recién asolado por un tornado es el escenario de partida de Gummo, que retrata distintos episodios de las vidas de jóvenes que allí habitan. Un escenario desolador que albergará situaciones totalmente extremas de todos los tipos posibles: drogadicción, violencia juvenil, maltrato a animales, prostitución, homosexualidad y travestismo, cancer, eutanasia, abuso a menores…todos tratados con la máxima frialdad (abstenerse estómagos delicados)

En cuanto a la dirección, se nos presenta una interesante mezcla de distintos formatos de grabación: super8, video, 16mm. Además, el director opta por alterar las tonalidades y matices de cada formato produciendo una especie de turbación y efecto casero altamente atractivo. Planos secuencia cámara en mano al más puro Van Sant aparentemente improvisadas dotan al film de una apariencia documental absolutamente inquietante, pues es difícil saber hasta qué punto son historias verdaderas y hasta qué punto interpretan los actores o se plasman a si mismos, destacando el niño que interpreta el papel principal. En el plano musical se utiliza el black metal con intención devastadora e hipnótica. El chico skater de las orejas de conejo, parte esencial de la película, actúa como hilo conductor de la película (que empieza y termina con él) como un nexo que entrelaza las historias de otra forma dispares. Este personaje dota positivamente a la cinta de un hipnótico surrealismo, de un toque mágico al no aclararse nunca del todo su situación.

En resumen: un filme enormemente experimental que utiliza los viejos recursos (y esto resulta innovador) para contar durísimos conflictos. Cruda, distinta, genial. Korine en estado puro. Una hipnótica patada en los huevos.

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